domingo, 18 de noviembre de 2007

Las contradicciones de la época postmoderna

Es evidente, que existen principios y valores que caracterizan a cada época, es decir, aquellos que hacen la diferencia y distinción entre unas y otras. Me refiero, a estos que de un modo sutil y confuso se esconden en un profundo anonimato que penetra en los procesos de socialización de las nuevas generaciones. Por ejemplo, para ahondar en aquellos principios y valores propios de esta época se encuentra la afirmación de Benedetti (1995) donde señala “nunca como en este último decenio, se usaron tantas palabras profundas para expresar tanta frivolidad ”donde conceptos como libertad, democracia, soberanía, derechos humanos, solidaridad, patria y hasta Dios se han igualado al nivel del carnaval, el aperitivo, el videoclip, los crucigramas y el horóscopo. En consecuencia, se da lugar a lo trivial y se hacen comparaciones muy perturbadoras e inequívocas. Por tanto, el escenario que nos rodea tiene componentes del siguiente tipo:
Conocimiento científico / proliferación de creencias
Conformismo social / Individualismo competitivo
Globalización / identidad local
Dependencia / independencia
Necesidades básicas / Consumismo ilimitado
Falta de información / Sobreinformación fragmentada
Confianza / Desconfianza
Desencanto / Utopías
Y en otro aspecto, declaro en tela de juicio pretender justificar los fines con los medios utilizados en educación puesto que aquí el accionar pedagógico tendrá resultados sea a corto, medio o largo plazo los cuales, activarán procesos tanto a nivel individual como colectivo donde los medios didácticos empleados no pasarán inadvertidos, o sea, generarán consecuencias positivas o negativas en los educandos. Y estos, se verán influenciados en menor o mayor grado según sea el caso.
Pues bien, todo a nuestro alrededor se ha tornado en una profunda y creciente contradicción que abraza a esta época, que envuelve y se interioriza en la cultura escolar lo cual, es inquietante y alarmante. Sin duda, se va reproduciendo una sociedad en crisis que lamentablemente es aún más conflictiva por corresponder a sociedades altamente estratificadas. Por consiguiente, este puede entenderse como:
“ confianza y riesgo, oportunidad y peligro esos rasgos polares y paradójicos de la modernidad permean todos los aspectos de la vida cotidiana, reflejando una vez más, la extraordinaria interpolación de lo local y lo global ” (Giddens, 1993).
Y frente a esta panorámica nos podemos adherir a la afirmación de Argullol (1996): “ las perspectivas utópicas son convenientes porque entrañan la necesidad de poner a prueba, y la voluntad de modificar, el propio espacio en que uno se encuentra.”
Entonces, somos nosotros los encargados de modificar nuestro ambiente. No obstante, queda absolutamente claro que tanto la realidad social y cultural nos demanda de una fuerte capacidad adaptativa que se encuentra formando parte de lo que se denomina “selección natural“ donde solo los más fuertes sobreviven, o sea, los más competitivos, aquellos que van superando cada obstáculo y adversidad que se les presente en el camino. Aquellos que logran responder sucesivamente con éxito las exigencias del mercado.